Estación Flores

Anuncio con flores, distinto a todos; la conocí como a una de las primeras que conocí. Muchos días fue la primera estación de mis viajes o la última del día. Acabo de dejarla atrás pero sin pisarla. Fue, y es desde hace meses, una más de las estaciones del trayecto. Pequeña y feliz con sus flores, me inspira aun alegría. Me trae el perfume de alegría que respiré tantas semanas. Es lindo sentirse nuevo. En esos días eso sentía.

Ese Alexis de huesos rotos y sangrante que se había estrellado inesperadamente en un muro (o que viéndolo venir nada pudo ni supo hacer por cambiar el rumbo), despertaba en una realidad nueva y hacía cosas nuevas y conocía nuevos paisajes. El tiempo y la necesidad de sanarme y rearmarme me alejaron de esos días para hacerme encontrar con este Alexis nuevo (o con aquel del perfume a flores) pero frente a frente. Precisé soledad para conocerme. Tal vez con cada choque frontal que la vida depara debiera uno cambiar completamente el rumbo; pero es difícil saber hacia dónde uno iba. Encontrar rastros entre las esquirlas desparramadas. Tal vez con cada choque frontal uno debiera intentarlo.

Pequeña y feliz, la estación de Flores aun me inspira alegría y sonrisa. No con nostalgia, no con tristeza. Evoco la alegría y me sonrío porque nunca hay que dejar de hacerlo. Soy nuevo. Recolecto y clasifico aun esquirlas. Trazo mi camino en un mapa desenfocado. Aferro mi brújula y sonrío cada vez que paso, nuevo, por la estación de Flores.


SEPTIEMBRE 2008

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