Anteúltima estación

Siempre la infinita luz reflejada en un hilo sobre los rieles que acompañana al hombre que mira desde la ventana del tren. Siempre porque hoy, al concluir mis viajes, sigue allí como el día en que los inicié. Once y ahora Caballito. Cada estación tiene su color y su resonancia (¿será sólo en mi interior?)

Uno se encarga, tal vez inconscientemente, de terminar los ciclos con reminiscencias del comienzo. Toda leyenda repite el principio al final. En mis oídos suena otra vez como en aquellos días fríos del invierno Andrés Calamaro. Estación Flores una vez más...

Todo esto que hoy me es común, que se hizo de a poco parte de mi realidad, se irá alejando lentamente en linea recta como un tren hacia el pasado y hacia el olvido: los vendedores, las caras repetidas semana tras semana, los trucos y mañas de viajante, los códigos. Quedan las ondulaciones del campo amarillo por siempre. Quedarán los colores y resonancias, se irá olvidando hasta el olor y quedará un titular que resuma este capítulo que escribe hoy su último párrafo. Recibo un mensaje a mi celular... Un mensaje matinal.

Los mensajes son luces en nuestro viaje por las oscuras costas de la soledad; luces de faro; golpes de alguien en alguna parte con necesidad de uno. Qué bueno saberlo. Qué bueno que existan. Sin notarlo salto hasta Liniers donde estuve por primera vez alguna noche oscura, tan perdido y desconcertado que si aquí me viera, hoy mismo en estos andenes esperando ese tren nocturno, me reiría mucho de mí mismo.

Amanece cada vez más tarde. Por estas latitudes es así. El horario de salida y puesta va moviéndose, logrando días extremadamente cortos y regresando de a poco a días extremadamente largos. Largas noches de invierno y breves de verano.

Por la escritura avanzo como un tren. En línea recta pasando por estaciones, parando cada vez que mi cabeza así lo decide, cada vez que algo me pide explicación. Mis lineas son de tren. Y muchas estaciones, aunque se parecen entre sí, se emplazan en sitios totalmente alejados y distantes. Le recomiendo que se baje usted donde deba bajar, esté atento.

Hoy se terminan mis viajes al oeste. Mi travesía milagrosa, la que me sacó y me fue regalada, hoy concluye por la decisión firme de bajar del tren. Hasta esta estación llegó mi viaje. Cuando la velocidad disminuya y la puerta se abra de par en par, pondré mi pie en tierra con una seguridad nueva en mí mismo, renacida en este nuevo ser que soy. Todo viaje nos cambia y con los cambios a cuestas se sigue o se cambia de rumbo. Y bajo con una sonrisa porque mi sol siempre brilla en cualquier paisaje y porque sé que la elección, la libertad de la elección es mía y sigue intacta. Allá voy.


FEBRERO 2009


FOTO: MAURO ROJAS

1 comentario:

Unknown dijo...

Los dedos-pies, saltican para decir, que en esta ULTIMA ESTACION, ha quedado bien claro, que comienza tu verdadero viaje, el "viaje" del artista-escribiente.
Es justo decir, que llevas con hidalguía y sublime estilo todo aquello que queres que sienta quien lee...Gracias.
BIENVENIDO A ESTACIÓN "LIBERTAD" aqui terminamos por encontrarnos todos...
DOÑA OLIVETTI