Pero sé también, tal vez en el último atisbo de supervivencia de mi alma, que la forma de salir es aferrarme a las pequeñas alegrías. Hay cambios tremendos detrás. Inevitables, irremediables. Pero el sendero lento que trazan las pequeñas alegrías es el único que lleva a otros paisajes. Por eso camino despacio y más despacio cuanto más triste es la tiniebla.
Tal vez uno piense que las cosas cambian y ya. Felicidades. Si lo piensa, lo siente y realmente le brota eso: Felicidades. Tal vez ese sentimiento ocurra tan natural como la tristeza y aún esté por venir. Cuanto menos queda por deshacerse más cerca está la posibilidad de que sólo quepa ir mejorando.
Paredes húmedas, pendientes abruptas y resbaladizas, ni un solo peñasco de que aferrarse. Mi corazón cada noche resbala y retrocede y se hunde exhausto. Mi corazón quiere salir... pero no puede.
FEBRERO 2009
FOTO : MAURO ROJAS
1 comentario:
Gracias por hacer que mis imagenes hablen.
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