Rumbo difícil

Y de repente todo se vuelve difícil. Porque no es sólo un golpe, son golpes a la vez de todas partes, en todas partes. Un rayo inevitable nos parte al medio y tras él el resto de la vida se va derrumbando sin que nada podamos hacer. Indeseable sensación de encadenar eslabones de tristeza eternamente. Hoy que debiera sonreír mi mente no sabe dónde posarse, dónde detenerse a beber. Debiera hacerlo pero sólo muerde arena y la boca pesa y es casi imposible sonreír. La tristeza sin dudas triunfa sobre la alegría.

Pero sé también, tal vez en el último atisbo de supervivencia de mi alma, que la forma de salir es aferrarme a las pequeñas alegrías. Hay cambios tremendos detrás. Inevitables, irremediables. Pero el sendero lento que trazan las pequeñas alegrías es el único que lleva a otros paisajes. Por eso camino despacio y más despacio cuanto más triste es la tiniebla.

Tal vez uno piense que las cosas cambian y ya. Felicidades. Si lo piensa, lo siente y realmente le brota eso: Felicidades. Tal vez ese sentimiento ocurra tan natural como la tristeza y aún esté por venir. Cuanto menos queda por deshacerse más cerca está la posibilidad de que sólo quepa ir mejorando.

Paredes húmedas, pendientes abruptas y resbaladizas, ni un solo peñasco de que aferrarse. Mi corazón cada noche resbala y retrocede y se hunde exhausto. Mi corazón quiere salir... pero no puede.


FEBRERO 2009




FOTO : MAURO ROJAS

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por hacer que mis imagenes hablen.